CONFERENCIA INTRODUCTORIA
El derecho y la participación ciudadana
Dr. Rafael González Ballar
Abogado costarricense
"La participación ciudadana es un proceso histórico
y cultural. No puede nacer con una simple ley o decreto. Aunque
el derecho puede ayudar, es cualitativa y cuantitativamente
más importante la práctica del proceso. La ley, se
debe alimentar de los procesos sociales y de la evolución
de los valores, tomarlos y regularlos, pero no puede crear la
realidad".
I. INTRODUCCION
Para nosotros es importante partir de un criterio en el cual
el fenómeno jurídico solo lo podemos concebir integrado
por tres niveles: el normativo, el valorativo y el fáctico
(la realidad). En cualquier área del saber jurídico
si el derecho lo vemos en su aspecto esencialmente normativo perdemos
la perspectiva de los otros dos niveles que en la gran mayoría
de casos es mucho más importante. La participación
ciudadana, es un tema inmerso dentro de uno mayor como lo es el
derecho al desarrollo y el rescate de la perspectiva social que
habíamos dejado olvidada por estar preocupados por lo económico.
Insertar el tema de la participación dentro de los moldes
del nivel puramente normativo olvidándonos de lo fáctico
(lo social) y lo valorativo es crear un mito para la participación
o lo que es peor, pretender proteger un mito.
Evolución histórica
El fenómeno de la participación ciudadana siempre
ha existido en la evolución de los principales sistemas
políticos y en el desarrollo de las más importantes
civilizaciones. El nombre y la trascendencia que se le ha dado,
puede que no sea la misma, pero sí ha existido. En Roma
existieron diversas formas de participación ciudadana:
en los comicios (centuriados, tribus, plebe) principalmente al
crear la ley, elegir magistrados, etc. En las guerras, los cultos,
y demás actividades populares, así como en la intromisión
en la actividad jurisdiccional: decidir sobre la pena de muerte,
existía evidente participación de la ciudadanía.
En Grecia, la participación se orienta principalmente hacia
las actividades bélicas (Liga de Delos), también
a través de ceremonias religiosas, fiestas nacionales (Dionísica)
y juegos olímpicos, todas las anteriores situaciones, son
símbolo de la unidad nacional y la preponderancia de los
intereses de la comunidad sobre los individuales.
En la Edad Media, se vislumbra la institución del Parlamento
Medieval, en el que los señores feudales pudieron exigir
convenir las cargas impositivas con el Rey, quien dependía
de ellos. En la era municipal, los vasallos se revelaron ante
todos, y sabían que tenían derecho a defenderse
y crearon los gremios, de esta forma tenían más poder
como grupo y poder de negociación.
La historia común de nuestros países centroamericanos nos
permiten ver como en la colonia se destruyeron las formas tradicionales
de participación de nuestros antepasados indígenas.
Las mismas basaban el poder en Asambleas de Tribus, donde se
hacían las discusiones y se tomaban decisiones relacionadas
con las comunidades. Al llegar la conquista y el sometimiento
colonial se nos impusieron formas autoritarias y verticales propias
del poder absoluto colonial y se excluyeron grupos de la toma
de decisiones resultando que unos pocos decidían por todos
los demás.
Sin embargo, existe un acontecimiento histórico actual y
único, que ha hecho que en nuestra época tenga un significado
especial. Desde hace más de una década venimos dándole
importancia al factor económico como esencial para el desarrollo
de nuestros países. Lo anterior lo hemos hecho en detrimento
del factor social. Lógicamente, el énfasis económico
ha permeado todos los niveles, lo político, lo social,
lo ambiental, etc.
Lo económico nos ha arrojado hacia la globalización.
Hacia los ajustes estructurales, con olvido de lo social y muchas
veces de lo ambiental. El efecto de todo esto, en el ámbito
de políticas internacionales y nacionales, ha sido la necesidad
de cambiar esquemas, uno de los cuales ha sido darle una nueva
cara a la democracia; hoy la democracia ya no puede seguir siendo
únicamente la representativa sino que debe ser la participativa.
El elemento social, dentro del esquema del desarrollo sostenible,
tiene que ser priorizado para tratar de volver a un punto de equilibrio.
Lógicamente la participación ciudadana es el mejor
inicio.
Este nuevo esquema implica, en el ámbito político,
la necesidad de saber si los políticos están de acuerdo
y si las estructuras organizativas están en la capacidad
de aceptar y de adaptarse para compartir el poder. ¿Por
qué? Pues es evidente que en la actual división de
poderes y en lo intrincado de la organización administrativa
de nuestras democracias, la participación ciudadana implica
sobre todo trasladar cuotas de poder. El aceptar distribuir poder
con otros órganos de Gobierno puede ser una cosa, sin embargo,
aceptar compartir la toma de decisiones o la ejecución de
las mismas con comunidades, grupos organizados que representen
intereses, es otra muy diferente.
En lo social, tanto de hecho como de derecho, el sistema a nivel
organizativo ha creado una serie de obstáculos, sobre todo
restringiendo el efectivo ejercicio de derechos para ciertos grupos
y el acceso a la decisión en sectores neurálgicos para
el poder político. El problema en lo social es que las
situaciones son generalmente de hecho y donde el poder de decisión
se basa en actuaciones discrecionales de carácter político
y jurídicamente de difícil posibilidad de participación
ciudadana y de impugnación en los estrados judiciales.
Insistimos, que el darle importancia a los ajustes macroeconómicos,
y al estar presionados nuestros países a tomar las medidas
económicas internas, implicó en la mayoría
de nuestros sistemas descuido del factor social.
Lo que la práctica social nos ha enseñado, del proceso
mencionado, es que ese poder económico de las grandes potencias,
de los grandes capitales internacionales, solo lo podemos enfrentar
unidos. En lo interno, nuestras sociedades, han experimentado
la represión para ciertas minorías y para los grupos
que protestaban por la difícil situación económica
y la violación de los derechos humanos. Pero el aprendizaje
de fondo ha sido que esencialmente la sociedad civil organizada
y los grupos unidos por intereses son mejor escuchados y tienen
más fuerza ante el poder político interno e internacional.
Es importante, en un primer punto, dar una posible definición
de participación ciudadana que nos sirva como punto de partida
para la discusión del tema. La participación ciudadana
es un proceso gradual mediante el cual se integra al ciudadano
en forma individual o participando en forma colectiva, en la toma
de decisiones, la fiscalización, control y ejecución
de las acciones en los asuntos públicos y privados que lo afectan
en lo político, económico, social y ambiental para
permitirle su pleno desarrollo como ser humano y el de la comunidad
en que se desenvuelve.
Debemos tener claro que es una intervención activa pero
con responsabilidad en toda aquella decisión o ejecución
de las mismas que estén relacionadas con el desarrollo
y el mejoramiento de nuestras condiciones de vida. No tiene que
ver sólo con el ejercicio de los derechos civiles y políticos,
ni con la participación electoral. Es más un proceso
en que el ciudadano, las organizaciones y el Estado se hacen cada
vez más conscientes de la necesidad de eliminar los obstáculos
a la igualdad, a la protección de los derechos humanos y
en general a la vida en democracia.
Es crear los espacios para que sectores y grupos de nuestra sociedad
tradicionalmente excluidos de la toma de decisiones y participación
del poder, como las mujeres, los pueblos indígenas, los
negros, el campesino y hoy en día sobre todo la juventud,
se involucren. Este tipo de estructura de poder es la que todavía
hoy en día rige la mayoría de nuestros gobiernos.
"La participación ciudadana es un proceso gradual mediante el cual se integra al ciudadano en forma individual o participando en forma colectiva, en la toma de decisiones, la fiscalización, control y ejecución de las acciones en los asuntos públicos y privados que lo afectan en lo político, económico, social y ambiental para permitirle su pleno desarrollo como ser humano y el de la comunidad en que se desenvuelve".
Las leyes que podamos crear, en el campo de la participación,
tienen que tomar en cuenta estas realidades y valores para que
en un primer nivel de discusión las consideremos como realistas
y adaptables a las necesidades de nuestros países.
La ley debe tratar de fomentar:
Un segundo punto importante es plantear ¿de qué manera puede el derecho ayudar a conseguir dicha participación?