La naturaleza de
las tinieblas espirituales es verdaderamente
misteriosa. Tan misteriosa que a veces tendemos a
dudar seriamente que existan. Sin embargo, por
añadidura a las experiencias personales de
tantos hombres de hoy, existen acreditadas
testificaciones que provienen del pasado. Como sucede en el caso de experiencias existenciales, las
personas tienen un acuerdo tácito sobre la
comprensión de las tinieblas, sin que sea
necesario recorrer a descripciones imposibles de
algo que no es describible. Esto lleva a pensar a
una realidad objetiva de las tinieblas.
Por analogía a
las tinieblas físicas, las tinieblas
espirituales están siempre, casi como una
presencia ambiental, junto a la percepción de
nuestro universo interior. Como en el mundo
físico, donde las experiencias se nos presentan
diferentes según si suceden de noche o si
suceden de día, así en nuestra interioridad al
pasar de las tinieblas a la luz interior.
Todo ésto nos
debería hacer reflexionar profundamente, por
qué, de una parte, deberíamos comprender que
somos poco aptos para gozar verdaderamente de una
libertad interior y, de otra parte,
deberíamos comprender también, que se nos
concede la posibilidad de superar el
condicinamiento que deriva de la falta de luz.
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