Si hacemos una
atenta reflexión veremos que nuestra Vida está animada por un
impulso irresistible que nos lleva a
manifestarnos en Formas coherentes con nuestra
misma Esencia. Nuestra Esencia aparece conformada,
siempre, por tres componentes: un núcleo
interior estable, una voluntad de acción o fuego
interior y una forma manifiesta.
Tradicionalmente, pero especialmente en alquimia,
estos tres componentes son llamados,
simbolicamente, Sal, Azufre y Mercurio. Es muy
difícil captar separadamente la presencia de
estos.
Aunque si muestran
muchas semejanzas, el Fuego Interior no se debe
confundir con el Elemento Fuego. Este último concierne a
las relaciones entre Microcosmos y Macrocosmos.
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