La duda se puede presentar
bajo dos aspectos diferentes: uno destructivo que
hace del hombre un débil y un incierto y otro
constructivo que induce el hombre a considerar el
superamento de los límites
implícitos, y la mayor parte de las veces
dogmáticos, que vínculan su capacidad de
imaginar nuevos puntos de vista cuando debe
escoger una decisión.
La duda destructiva se origina en la
percepción de fuerzas presentes en la Inmanencia que
sumergen el hombre al punto de persuadirlo de la
inutilidad de oponerse a ellas con apropiadas y
responsabiles decisiones. La duda destructiva
presenta muchos aspectos similares a aquellos que
se perciben con el ansia.
La duda constructiva, al contrario,
no pone en discusión la Centralidad del
hombre. Pone en discusión sus puntos de vista
quando de enfrentar las fuerzas del Inmanencia.
Aunque si conciente de la pequeñez del propio
microcosmos respecto al macrocosmos, el hombre
pone continuamente en duda la exactitud de los
propios puntos de vista para poder enfrentar con
conciente responsabilidad las decisiones, en
conformidad con la dignidad que le es
propia.
El hombre que se ha ejercitado en la
búsqueda de sí
mismo, usa activamente las fuerzas de la
Inmanencia en la búsqueda de nuevos puntos de
vista.
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