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Editorial
Nº 2: El secreto masónico Una de las características que más ha llamado la atención de la Masonería a la sociedad civil ha sido y es el mal llamado "secreto masónico". El secreto masónico (secreto de pertenencia), como se difunde en muchos textos, es fundamentalmente la total garantía que tiene un masón de que su condición como tal no será difundida nunca por otros miembros de la Institución. Cualquier masón puede elegir libremente divulgar su propia condición, pero nunca lo hará de sus hermanos y hermanas. El derecho y la justificación del secreto masónico no están en entredicho. La privacidad, sea de las actividades (legítimas) como de la libertad de pensamiento, está perfectamente amparada en las constituciones democráticas (artículo 16 de la Constitución Española). También consideraciones iniciáticas y consustanciales al método masónico justifican de pleno el trabajo "a cubierto" y el talante "discreto" de sus miembros. No obstante, en ciertos casos concretos, hay masones sobre los que el secreto masónico cobra otra significación además de la originaria, que desborda su derecho a no divulgar su condición como tales. Un caso claro es el de aquellos masones que representan, en la sociedad, a las organizaciones masónicas. Toda organización masónica de cierta entidad se encuentra registrada convenientemente y debe declarar el nombre de los responsables a cargo de la gestión asociativa. Este principio, en las sociedades democráticas donde está garantizado el derecho asociativo, es aceptado tradicionalmente por la Masonería, que acata las leyes del país donde reside. Otro caso más complejo es el que afecta desde hace unos dos años a ciertos masones en el Reino Unido: Jueces y miembros de la seguridad del Estado. El gobierno laborista de Tony Blair ha impulsado un movimiento reclamando que los masones cuya profesión esté ligada a un servicio público y requiera una garantía especial de independencia, declaren su pertenencia a la masonería (ver EL PAÍS). No obstante, e introduciendo matices a lo expuesto, la opinión de esta redacción es que el secreto masónico, entendido este tanto como un derecho, como una tradición, no pueden servir para (a) relajar el compromiso del masón con el buen nombre de la orden (b) servir de amparo a lealtades con fines ilícitos y (c) esquivar las responsabilidades asumidas por aquellos que rigen el gobierno de las organizaciones masónicas.
La Masonería está decidida a avanzar por el camino de la clarificación en cuanto esto beneficie su adecuada inserción en su entorno social. En este sentido, es remarcable la respuesta de los más de 1.400 jueces ingleses que han declarado, voluntariamente, su afiliación masónica. En España, debemos mencionar a los masones que día a día trabajan "a descubierto" por la buena imagen de la Masonería, entre ellos Francisco Espinar Lafuente (Madrid), Amando Hurtado (Madrid), Javier Otaola (Vitoria-Gasteiz), Joan García Grau (Barcelona), Rafael Vilaplana (Sevilla), Ascensión Tejerina (Sevilla), Alfredo Melgar (Ávila), Jesús Aznar (Zaragoza) y un largo etcétera. Al filo del nuevo milenio, uno de los retos de la Masonería es saber presentarse y convivir en sociedad. Una sociedad cada vez más global y consciente de todos los ámbitos de la vida, a la que se deben enviar mensajes inequívocos de aceptación y acatamiento de las normas comunes de convivencia. A esta misma sociedad a la que la Masonería respeta, se le debe reclamar cuando menos, como ya se ha hecho en varias ocasiones (ver EL MUNDO), una compensación de carácter moral, de restitución de imagen y dignidad mancillada en favor de la Masonería. |
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