Entre el Microcosmos y el Macrocosmos escorren,
perennemente, flujos de espiritualidad que el
observador atento logra, algunas veces, asir.
Todo lo que proviene del Macrocosmos
es percibido, en su plena potencia de
Manifestación, cuando se logra eliminar en el
Microcosmos toda superficialidad, todo lo que es
extraño a la naturaleza de la Manifestación.
En este sentido, todo aquél que
hace parte del Microcosmos se pone con plena
conciencia, pero en modo "pasivo",
respecto al flujo que lo arrollan
Tradicionalmente, el modo de ser asimilado al
flujo que viene del Macrocosmos es llamado "agua" que,
siempre según la Tradición, es uno de los
cuatro elementos que componen la Naturaleza en las
relaciones existenciales entre Macro y
Microcosmos.
La Contemplación es otra manera de
llamar el modo de ser del cual se ha hablado.
Cada componente del flujo de espiritualidad
inherente las Manifestaciones, deliberadamente
escogido, puede ser objeto de contemplación.
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