La atracción hacia una
persona o hacia una cosa nos permite de percibir,
en nosotros y con mayor claridad, el contenido de
las propias aspiraciones.
De modo que es oportuno considerar
atentamente la relación de reciprocidad:
atracción - aspiración.
Mientras que la aspiración implica
la existencia de algo que tiene origen en
nosotros mismos, la atracción implica la
existencia de algo al exterior que, con su "forma",
justifica la presencia de la aspiración. La
forma de la atracción constituye, habitualmente,
una fuente de inspiración.
Esta relación tan estrecha, nos
obliga a repasar continuamente las uniones
causa-efecto, con la intención de encontrar una
convergencia entre aspiraciones y atracciones.
Todavía, a jugar un papel más activo e iluminante es,
precisamente, la atracción.
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